Nuestro legado cristiano

LA ORACIÓN, SECRETO DE LOS AVIVAMIENTOS
Charles Finney
Cerca de la aldea de New York Mills, había una fabrica de tejidos en el siglo 19. Una mañana dos operarios conversaban sobre el culto de la noche pasada. Un joven alto y atlético entró en la fabrica. Al ver los operarios tenían gran dificultad de trabajar. Al pasar el predicador cerca de unas muchachas que trabajaban en la fabrica una de ellas cayó al suelo llorando con una fuerte convicción. En unos minutos el avivamiento estaba en toda la fabrica.
Este es uno de os episodios de Carlos Finney. quien impulsó grandes avivamientos por toda la Unión Americana.
Finney nació en una familia que no conocía la fe. Era abogado. Entre los libros que tenía se encontraba una Biblia que compró debido a que hallaba muchas citas de esta en los libros de jurisprudencia. De ahí nació su interés en el culto de los creyentes.
En su autobiografía dice que empezó a asistir a los cultos de los creyentes y quedó sorprendido por que semana tras semana los creyentes oraban por lo mismo y testificaban que sus oraciones no habían sido escuchadas. Encontró en la Biblia la necesidad de pedir con fe y esto le hizo confirmar que la Biblia era verdadera y que los creyentes no recibían lo que pedían por que no tenían fe.
Cuenta Finney que un domingo de 1821 resolvió arreglar su situación con Dios. Había decidido encontrar la salvación de su alma. Quiso orar en su oficina pero no pudo a pesar de haber tapado el agujero de la cerradura. En esos últimos días se avergonzaba de que alguien lo encontrara leyendo la Biblia a pesar de que antes no era así.
Pasaron el lunes y martes sin poder orar y su corazón lo quemaba una necesidad tan grande y apremiante que se empezó a sentirse desesperado. El miércoles mientras iba a su oficina le fue revelado que Cristo había hecho todo el sacrificio por él y le dijo en su interior -lo aceptaré hoy o me esforzaré hasta morir-. Se dirigió al bosque para orar y prometió _Entregaré a Dios hoy mi corazón o no saldré de aquí_.Sin embargo, no pudo orar. Estaba tan desesperado que sintió que su corazón estaba muerto y Dios lo había abandonado. Sentía el paso de sus pecados tan infinito que empezó a desfallecer. Cuando intentaba orar se detenía pensando que alguien pudiera estar cerca y oírlo.
De repente le fue revelado que era su orgullo lo que lo detenía y gritó -¡Vaya! Un vil pecador como yo se vergüenza de que otro pecador como yo me encuentre de rodillas reconciliandome con mi Dios. Fue cuando empezó a orar sin saber cuánto tiempo y le prometió a Dios que si se convertía iba a predicar el Evangelio.
Al regresar sentía una paz tan grande que perdió el apetito. Toco una canción en el contrabajo como de constumbre que dice- mi corazón parecía derretirse, y solo podía llorar..._finalmente fue bautizado con el Espíritu Santo. Finney comentó que sintió como ondas eléctricas que lo pasaban de un lado a otro. como si fuera amor liquido. Dijo - ¡Moriré si estas ondas continúan pasando sobre mí! Señor no soporto más!.
En la noche el director del coro de la iglesia encontró en ese estado de llanto y gritos, y fue a llamar a un anciano de la iglesia y a un joven. El joven al ver lo que sucedía cayó de rodillas angustiando y clamando -¡Oren por mi!- Al día siguiente la gente no dejaba de comentar la conversión del abogado y se congregó en la iglesia para escuchar lo que había sucedido, a pesar de que no era un día de culto.
Poco tiempo después fue a visitar a sus padres. Su padre lo recibió en la puerta y le dijo -¿Como estas Carlos?- y Finney le respondió -Bien padre mío, tanto de cuerpo como de alma. Pero, papá, tú ya estás entrado en años; todos tus hijos ya son adultos y están casados; sin embargo, nunca oí a nadie orar en tu casa- su padre bajo la cabeza y comenzó a llorar diciendo -Es verdad, Carlos, entra y ora tú mismo.
Desde ese tiempo empezó un gran avivamiento que se extendió por los Estados Unidos de Norteamericana. Finney decía que el secreto de los avivamientos se encontraba en la oración.
De 1851 a 1866 fue director del colegio de Oberlin. Escribió libros entre los cuales los más conocidos son: "Autobiografía", "Discursos a los creyentes" y "Teología sintomática".
El domingo 16 de agosto de 1875 predicó su ultimo sermón. No asistió al culto de al noche, sin embargo al escuchar cantar a los creyentes expresó "Jesús, amante de mi alma, déjame volar a tu regazo", salió de su casa y cantó con ellos. Al amanecer, se durmió en la tierra, para despertar en la gloria de los cielos, pocos días antes de cumplir los 83 años.
Cedido por "Tiempos con Dios"

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